lunes, 1 de febrero de 2016

Moquegua, placida y vibrante



La ciudad de Moquegua, es una ciudad tranquila y apacible, con tradición y herencia, situada a 1410 msnm. Esta pequeña campiña presenta días soleados los 365 días del año, cálida al igual que su gente, por lo que recibe el título de "Tierra del Sol, la vid y la amistad". Está rodeado de cerros y basta vegetación del valle, un oasis en la zona desértica de la Córdillera Volcánica del sur. 



 En su catedral se encuentra exhibido el cuerpo de Santa Fortunata, el cual esta conservada en cera. Se dice que aun le sigue creciendo el cabello y las uñas por lo que tienen que ser cortados cada cierto tiempo, pero me parece que solo es una leyenda urbana. 



La ciudad presenta elegantes fachadas y edificaciones de su época colonial, época en la que tuvo auge principalmente por la extracción del cobre, que aun se sigue extrayendo. Los umbrales se caracterizan por ser de piedra labrada.

 Después del cobre, la producción de vinos y pisco es una de las principales actividades económica, por lo que cuenta de innumerables viñedos, cada cual elabora sus distintas variedades de licores. La mayoría son pequeñas bodegas artesanales pero con productos de muy buena calidad, lo que lo hace imperdible visitarlas en la ruta del pisco moqueguana.


 Un lugar privilegiado para observar la ciudad, es el mirador ubicado en el límite de Moquegua y Chen Chen, no solo es un observador sino que también es un área verde ideal para la distracción para toda la familia. 



 No solo la ciudad tiene sus encantos, sino también sus alrededores. Así lo demuestra su catarata Mollesaja que tiene una caída de 150 metros de altura, ubicado en las faldas del Cerro Baúl. 


Torata, a tan solo 24 kilómetros de Moquegua, es un pueblo pequeño, sin que le quite su encanto y belleza, con una impresionante catedral construida en piedra sillar y la tranquilidad que se respira es ideal para la relajación y desconectarse de lo agitado de la vida agitada de las grandes urbes.



Moquegua no es solo paisajes y arquitectura sino también historia, eso lo demuestra los geoglifos de Chen Chen, dibujos elaborados en los cerros que a pesar de los siglos siguen intactos, un enigma. 


Moquegua tiene mucho que ofrecer solo falta educar a su gente para que conozca y valore toda la riqueza de su región, debido que la mayoría de los pobladores moqueguanos no conocen de la riqueza turística que ofrece el valle.